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Cuidar a mamá o papá implica tomar decisiones que afectan su seguridad, su autonomía… y tu espalda. En hogares mexicanos con espacios reducidos, elegir andador o bastón para un adulto mayor no es comprar “lo que usó la vecina”, sino adaptar el dispositivo al cuerpo, a la casa y al trayecto cotidiano.
Este artículo te acompaña paso a paso para elegir andador o bastón con criterio, entender cuándo una silla de ruedas suma (y cuándo no), cómo medir la altura correcta y cómo probar el dispositivo dentro de tu propio hogar. La meta no es llenar la casa de aparatos: es elegir uno que dé seguridad, reduzca el riesgo de caídas y devuelva confianza en cada paso.
Lo primero: observar la marcha en casa
Antes de comprar, mira cómo camina y se levanta tu familiar en su entorno real. Si solo necesita un punto extra de apoyo y el equilibrio general es bueno, la elección puede inclinarse al bastón. Si hay inestabilidad al girar, debilidad en ambas piernas o miedo a caminar, probablemente la elección apunta a una andadera. Este primer filtro evita compras impulsivas y te acerca a elegir el andador o bastón para tu adulto mayor por necesidad y no por costumbre.
Bastón: cuándo conviene de verdad
El bastón funciona cuando el equilibrio es casi bueno y falta “un punto de contacto” para sentirse segura. También resulta útil si hay dolor leve en una cadera o rodilla, o inseguridad al arrancar la marcha. Revisa la empuñadura (cómoda, no resbalosa) y la punta de goma (entera).
Usado del lado contrario a la pierna más débil, el bastón reparte carga y permite giros cortos en espacios pequeños. Si pese al bastón aparecen tropezones, quizá el soporte deba escalar a andadera.
Andadera: base amplia, confianza real
La andadera es tu aliada cuando hay inestabilidad al girar, debilidad bilateral o trayectos más largos dentro de casa. En departamentos estrechos, convienen modelos compactos que pasen por puertas; con asiento y frenos si hay fatiga.
Recuerda: una andadera mal ajustada obliga a encorvarse y cansa hombros; bien graduada, “acompaña” sin estorbar.
¿Y la silla de ruedas?
Lo más recomendable es que mientras pueda caminar, y si aún puede hacerlo con seguridad, lo haga, pero sí puede apoyarse en una silla de ruedas cuando hay traslados largos, citas médicas o días de fatiga. En este proceso de mejorar la movilidad e independencia de un adulto mayor, conocer cuándo sumar una silla de ruedas evita sobreesfuerzos y caídas por cansancio. Una silla ligera y plegable facilita subir a auto o taxi; y tenerla no invalida la idea de tener andador o bastón, la complementa.
Si ya tienes a un familiar en silla de ruedas, te invitamos a leer otro artículo de nuestro blog, en donde te contamos que llevar la cotidianidad en un dispositivo de este tipo, no es una limitante.
Puedes acceder a él haciendo clic aquí.
Medidas que evitan dolores
¿Cómo medir? De pie, con hombros relajados y brazos a los lados, la empuñadura del bastón o la andadera debe quedar a la altura de la muñeca. Ese ajuste es la regla de oro para evitar posturas forzadas. Si la empuñadura queda más alta, los hombros se elevan y duele el cuello; si queda baja, el tronco cae hacia adelante. Medir bien es la mitad del éxito en una movilidad segura y cómoda para un adulto mayor.
Prueba real dentro de casa
Nada sustituye caminar el trayecto auténtico: recámara → baño → cocina y regreso. Ahí se ve si se hizo la elección de andador o bastón acertada. Observa giros, marcos de puerta, tapetes, cables y el momento de usar el inodoro o el fregadero como apoyo. Si el dispositivo choca con muebles u obliga a maniobras raras, entonces ese adulto mayor requiere un modelo más compacto o cambios de mobiliario. Una prueba de 10 minutos ahorra meses de frustración.
Señales de que hay que cambiar
Si aparecen caídas, dolor nuevo en hombros o muñecas, o si “arrastra” el dispositivo, es hora de revisar. En el camino de elegir andador o bastón para un adulto mayor, la movilidad cambia: lo que servía hace seis meses quizá hoy sea insuficiente. Cambiar no es fracaso; es escuchar el cuerpo y hacer cualquier ajuste que sea necesario para brindarle una mayor seguridad a nuestro ser querido.
Errores comunes (y cómo evitarlos)
Quizás porque el tiempo apremia y queremos dar solución lo antes posible a la movilidad de nuestro ser querido, nos apresuramos y cometemos errores a la hora de elegir. Comprar por recomendación ajena, sin medir, usar el bastón del lado “bonito” y no del correcto, elegir un andador con asiento que no cabe en puertas, o saltarse la prueba en casa, son algunos de ellos. El antídoto es simple: observar, medir, probar. Seguir estos tres pasos vuelve mucho más seguro elegir andador o bastón para nuestro adulto mayor y evita que el aparato acabe guardado en un clóset.
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Mantenimiento que prolonga la vida útil
Revisa puntas de goma (bastón) y frenos/ruedas (andadera) cada semana; cambia piezas gastadas antes de llevarte un susto. Limpia barro o polvo que disminuyan agarre. Un dispositivo en buen estado hace que siga rindiendo mes a mes. Si cruje, se afloja o resbala, no esperes: ajustar hoy, evita caídas mañana.
Dignidad primero, estética en lo posible
Recurrir a aparatos para mejorar la movilidad no infantiliza: devuelve independencia. Al elegir andador o bastón ideal, incluye a tu familiar en la elección del color, el tipo de empuñadura o el accesorio. Cuando el equipo “se siente suyo”, lo usa; y si lo usa, realmente lo protege.
Elegir con cabeza fría y corazón tranquilo
La decisión no es “qué aparato está de moda”, sino qué le permite caminar más segura, con menos esfuerzo a la persona que lo necesita y a su familia. Observar la marcha real, medir la altura correcta y probar el trayecto auténtico hacen que elegir andador o bastón para un adulto mayor sea una elección serena y eficaz.
Si hoy dudas entre dos opciones, vuelve al principio: cuerpo, casa y rutina. Con ese triángulo, elegir andador o bastón deja de ser confuso y se convierte en un paso firme hacia menos caídas, menos dolor y más autonomía.


