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Acción temprana: ¿cuándo intervenir al momento de perder movilidad?
A menos que se trate de un accidente, perder movilidad no es algo que ocurre de la noche a la mañana. A pesar de esto, la dependencia de sus abuelos sí toma por sorpresa a muchas personas. Cuando investigamos más a fondo, casi siempre descubrimos que el adulto mayor ya estaba en riesgo de perder movilidad, o que había comenzado a lidiar con problemas de movimiento tiempo atrás.
Así pues, a todo adulto mayor hay que hacerle dos preguntas:
- ¿Te cuesta trabajo subir 10 escalones o caminar de 4 a 5 cuadras?
- ¿Por cualquier motivo has cambiado la manera en que subes 10 escalones o caminas de 4 a 5 cuadras?
Hemos adaptado estas preguntas de Godman (2013). Para referencia, una cuadra típica en México mide entre 100 y 150 m.
Este tipo de preguntas son muy sencillas. Además, tienen una gran utilidad pues no hay que realizar una prueba física ya que un adulto mayor usualmente sabe si estas actividades se le dificultan. Si la respuesta a cualquiera de éstas es afirmativa, entonces ha llegado el momento de consultar con un geriatra y tomar medidas todas las medidas que se pueda para impedir y desacelerar la pérdida de la movilidad.
¿Cuáles son los factores de riesgo de inmovilidad?
No todos los adultos mayores corren el mismo riesgo de sufrir inmovilidad. Si identificas que tu ser querido cumple con muchas de estas características, entonces hay que aumentar los esfuerzos para preservar y aumentar la movilidad.
Es importante distinguir en factor de riesgo y causa, pues no son lo mismo. Por ejemplo, ser mujer es un factor de riesgo, pero no es una causa de inmovilidad. Simplemente, quiere decir que las mujeres están en mayor riesgo, estadísticamente hablando, de perder movilidad. Las causas pueden abarcar desde factores culturales hasta fisiológicos, como el mayor riesgo de osteoporosis y, consecuentemente, de fracturas al sufrir una caída.
¿Cómo mantener y fomentar la independencia del adulto mayor tras perder movilidad?
Cuando un abuelo se encuentra en situación de inmovilidad, muchas veces damos por sentado que necesita asistencia total. Esto es un grave error, ya que, como hemos dicho antes, la inmovilidad genera más inmovilidad.
Tratándose de asistencia, te damos un consejo que parece contrario al sentido común: haz el mínimo necesario. Un adulto mayor que deja de hacer algo, pronto pierde la facultad para hacerlo; una dependencia imaginada pronto se convierte en dependencia real, así mismo puede perder movilidad.
Existen muchas herramientas para ayudar al adulto mayor a mantener su movilidad y, en la medida de lo posible, su independencia. Pensemos en bastones y andaderas, que le permiten caminar por más tiempo y seguir participando de manera activa en su vida familiar y social. Incluso cuando un abuelo ya no puede caminar, una silla de ruedas le permite continuar con su vida diaria. Dependiendo del hogar del adulto mayor, quizá sea necesario recurrir a una silla salvaescaleras, incluso cuando la pérdida de la movilidad es poca.
Las tablas deslizantes o de traslado, en combinación con una silla de ruedas y una cama de hospital, aumentan las posibilidades de independencia, incluso para abuelos que ya necesitan la ayuda de un auxiliar. El secreto es que las herramientas de movilidad siempre estén disponibles, en buen estado y a la mano. Del mismo modo, conviene hacer modificaciones en el entorno con anticipación. Por ejemplo, trasladar la habitación de nuestro ser querido a la planta baja y asegurarnos de que no hay obstáculos que le impidan ambular por la casa es una manera de favorecer la movilidad y la independencia.
¿Cuánta asistencia necesita en realidad un adulto mayor?
Cuando la asistencia se vuelve necesaria, es importante recordar que esto tiene un impacto enorme en la psicología y la autoestima de una persona. Por este motivo, hay que intentar que, al principio, la asistencia consista simplemente en guiar al adulto mayor y facilitarle las tareas diarias pero que él mismo las lleve a cabo. Por ejemplo, podemos ajustar la cama de hospital a la altura correcta y posicionar correctamente la silla de ruedas, pero debemos fomentar que nuestro ser querido realice el trabajo de trasladarse.
Cuando la asistencia con contacto se torna inevitable, el uso del cinturón de movilización es muy recomendable, pues permite que el adulto mayor realice la mayor parte del esfuerzo de levantarse, reposicionarse, caminar y trasladarse. El cinturón de movilización sirve para dar apoyo, aportar balance a través del contrapeso y minimizar el impacto de una caída, si llegara a presentarse. Además, esta herramienta permitirle al cuidador cargar más cerca de su centro de equilibrio, evitando así las peligrosas lesiones de espalda a las que nos exponemos al cuidar de nuestros seres queridos.
Mira la Tabla 2 y pregúntate cuál es el requerimiento de asistencia de tu ser querido. Te sorprendería lo mucho que puedes mejorar la calidad de vida de tu adulto mayor, y la tuya, si le permites realizar todo lo que aún le sea posible.
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