Es bien sabido que los seres humanos somos criaturas de hábitos. Cuando alguna circunstancia fuera de nuestro control llega a interrumpir nuestra rutina, adaptarse a la nueva realidad requiere no sólo de esfuerzo, sino también de una buena dosis de aceptación y voluntad. Entre éstas, se encuentra cuidar de adultos mayores
Evidentemente, cuando nuestros papás o abuelos se ven obligados a limitar sus desplazamientos y rutinas cotidianas debido a alguna enfermedad o problema de movilidad, aceptar la responsabilidad de hacernos cargo de ellos es una decisión que no podemos tomar a la ligera.
Si estás considerando volverte el cuidador de un adulto mayor, ¿cómo puedes prepararte para plantarle cara a este nuevo desafío? Los siguientes cinco puntos son un buen lugar para empezar.
1. Entiende las necesidades de tu futuro paciente
cuidar de adultos mayores
Antes de tomar cualquier decisión es importante que entiendas al 100% las limitaciones a las que se enfrenta tu ser querido y las responsabilidades que recaen sobre tu persona. No es lo mismo cuidar a un adulto mayor que necesita guardar reposo absoluto en cama que a uno con movilidad reducida. Lo mismo aplica cuando debes cuidar de alguien que se está recuperando de una lesión temporal, o de alguien que se encuentra en la etapa terminal de alguna enfermedad crónica.
Para entender qué es exactamente lo que vas a enfrentar, el mejor camino es hacerle todas las preguntas posibles a un profesional de la salud. No tengas miedo de hablar, ninguna pregunta está de más. Si no se te ocurre más que lo básico, prueba con alguna de las siguientes dudas comunes:
- ¿Qué cuidados precisos requiere mi familiar?
- ¿Cómo logro que la persona que cuido acepte mi ayuda?
- ¿Cuándo es momento de contratar ayuda externa?
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2. Construye una red de apoyo familiar
Cuando se trata de cuidar a un adulto mayor, una de las situaciones que más quebraderos de cabeza produce es lograr que la familia inmediata acepte la nueva rutina. Dado que todos procesamos los cambios a diferentes velocidades, es muy común que durante las primeras semanas del cuidado, la responsabilidad recaiga en una sola persona. Evidentemente, esto no es lo ideal.
Para que el adulto mayor se encuentre cómodo y bien atendido, todos los miembros de la familia inmediata deben de involucrarse de una u otra manera. A la larga, un arreglo de este tipo no sólo evitará que tú, como cuidador principal, termines desarrollando un síndrome de fatiga crónica, sino que también evitará que tu familiar se considere a sí mismo como una carga o responsabilidad adicional.
Pero, ¿cómo lograr que el resto de tu familia se involucre en las labores de cuidado? El primer paso es tener una plática directa y honesta. Explícales lo que sucede, qué se necesita hacer, cuánto tiempo va a tomar y, finalmente, pide su cooperación activa. Si eres una persona con talento para la organización, una vez que hayan aceptado participar, asígnale a cada quien tareas específicas. Finalmente, recuérdales que el cuidado no va a ser sencillo, pero que el esfuerzo colectivo hará que el adulto mayor bajo su cargo se sienta querido y parte de la dinámica familiar.
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3. Reconoce las dificultades
Cualquier cuidador profesional podrá confirmarte que habrá días en los que no podrás sacudirte la sensación de que todo va de mal en peor. Aunque sepas que estás haciendo lo necesario e incluso más, el pesimismo y el mal humor se apoderarán de ti por igual. Cuando este escenario haga acto de presencia, recuerda que estas emociones son normales y, hasta cierto punto, deseables, pues son la prueba de que eres humano y estás aprendiendo a adaptarte a una situación difícil.
La clave para afrontar estos “días malos” es darte permiso de sentir todas las emociones que se manifiesten, haciendo a un lado la necesidad de catalogarlas o reprimirlas. Una buena manera de procesar tus emociones es asignarte un momento específico, de preferencia al finalizar al día, para preguntarte qué sentiste a lo largo del día. ¿Hubo algún evento particular que te provocara alguna emoción específica? Esa emoción, ¿es algo que te gustaría experimentar de nuevo o preferirías evitar?
Si no estás acostumbrado a realizar este tipo de “trabajo” interno, o no estás muy seguro de poder hacerte las preguntas indicadas, hablar con un psicólogo o terapeuta siempre es una buena opción.
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4. Consigue el equipo adecuado
Una vez que tienes claras las necesidades concretas del adulto mayor bajo tu cuidado, es momento de planear cómo vas a realizar el cuidado cotidiano Empieza haciendo una lista extensiva con todas las tareas a realizar: ayudar a tu familiar a levantarse de la cama, bañarlo, prepararle las comidas, aplicar medicamentos, realizar terapias de rehabilitación, pasar tiempo de calidad con él, etc. Anota todo.
Una vez escrita la lista, es momento de analizar y reflexionar. ¿Cuáles de esas tareas pueden realizarlas tú y el resto de los miembros de la familia y cuales es preferible que realice un profesional? Por ejemplo, para una terapia de rehabilitación específica, tal vez sea más conveniente contratar a un fisioterapia que preste servicio a domicilio.
Para las tareas que sí pueden realizar ustedes, ¿Qué equipo especial van a necesitar? Tareas como el baño cotidiano, o los traslados de la cama a la silla se vuelven más sencillas si cuentas con el equipo apropiado (una buena silla de baño, o una grúa para pacientes, por ejemplo).
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5. Paciencia y compasión: las claves en este trabajo
Finalmente, no pierdas de vista que esta nueva situación no es fácil para tu familia. De llevar una vida adulta relativamente independiente, de un momento a otro pasó a necesitar a sus familiares inmediatos para realizar las tareas más elementales. Aceptar el nuevo estado de las cosas no es sencillo. Tus papás o abuelos saben que cuidarlos te toma tiempo, esfuerzo y dinero, razones que pueden propiciar que se sientan un poco culpables.
Para evitar que las emociones negativas de ambos generen fricciones innecesarias, lo más recomendable es sentarse a hablar con sinceridad. Explica que, aunque estás dispuesto a asumir tu nuevo rol con la mejor actitud posible, habrá días en los que el estrés y la presión puedan más. Igualmente, entiende que el adulto mayor bajo tu cuidado también tendrá días en los que, simple y sencillamente, no quiera saber nada de ti. Lo mejor es acordar desde un inicio que harán cuando esas situaciones espinosas se presenten.
¿Cómo le has hecho para adaptarte a los cuidados que requiere tu familiar? ¿Te parece que cuidar a un adulto mayor es una responsabilidad que no todos estamos listos para asumir? Cuéntanos tu experiencia en la sección de comentarios, ¡nos encantaría escucharte!
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Es dificil ver como nuestros vientos ya no son lo misno que antes, por un lado tenemos la buena intención de cuidar porque los queremos, porque lo hicieron con nosotros etc…pero la practica es muy dificil, entender que esperan de nosotros como hijos tambien es difícil, esos cambios de acritud, hace unos dias tuve un problemita con.mi papi, por error mandé la fotógrafia de su tarjeta y al darme cuenta que un deposito que iba dirigido a mi para hacer unos gastos en relación a mi trabajo se lo habian depositado a él y al referirselo se super enojó, cuando corroboró en el banco que esos drpositos no eran para el me dijo que ya lo había pasado a “fregar” porque el ya contaba con ese dinero, no lo pude entebder…..él ya no trabaja y yo parecía que estaba en otro planeta, tratando de entendet porque contaba con un dinero que no era para él ni de él, terminé diciendole que lo dejara, que se lo quedara, han pasado quince dias y sigue enojado. Y yo sin poder entender con la logica de cualquiera qué fue lo que pasó.
Hola Elizabeth, sabemos que es una situación especial, queremos agradecerte por compartir tu experiencia con nosotros y esperamos de todo corazón que todo pueda solucionarse. Saludos.