La fragilidad en nuestros seres queridos

Un aspecto importantísimo de la geriatría es preservar la independencia y la calidad de vida todo lo que sea posible. En esta ocasión, platicamos con la Dra. Montze Díaz, una geriatra especialista en fragilidad y cuidados paliativos.

¿Qué es y por qué es un problema?

La fragilidad es un síndrome geriátrico, que es la unión de varias condiciones y enfermedades que conducen a una presentación y cuadro clínico. La fragilidad es multifactorial y contribuyen a ella tanto el aspecto nutricional como el cognitivo, el emocional y el orgánico.

A mí me gusta explicar a la fragilidad como una vulnerabilidad. Así pues, la fragilidad me hace vulnerable para padecer más enfermedades.

No hay síntomas o signos específicos de fragilidad, sino una predisposición a otros eventos clínicos. Les explico a mis pacientes de este modo: imagina que tienes un jarrón de cristal hermoso, pero es frágil. No es que tenga algo mal o que esté enfermo, sino que se encuentra en un estado de vulnerabilidad que puede conducir a la pérdida de la capacidad.

¿Cuáles son las características específicas de fragilidad?

Es muy difícil definir a la fragilidad a través de algo específico. Hay grupos liderados por algunos de los más prestigiosos geriatras del mundo, como el Dr. Morley, que no han logrado llegar a una definición.

Sin embargo, hay fenotipos que nos ayudan a tipificar a los pacientes como frágiles. Los más importantes son:

  • Pérdida de peso sin causa específica como modificación de la dieta, cáncer u otro proceso secundario.
  • Cansancio y debilidad.
  • Lentitud en los movimientos.
  • Inactividad.

En fragilidad no hablamos de discapacidad, pues debemos comprenderla como una antesala a la discapacidad.

Entonces, ¿cómo se mide?

Existen diferentes escalas y pruebas que los geriatras pueden realizar. Principalmente, utilizamos cuestionarios, aunque también contamos con pruebas de velocidad de marcha y otras pruebas físicas como la fuerza de prensión, la cual es muy importante.

Es muy útil pensar en la fragilidad como una escala, así pues, tenemos a una persona frágil, prefrágil y, antes de ello, robusta, es decir, que no es vulnerable. Así podemos darnos una idea de cuál es el nivel de fragilidad que tiene el paciente.

Existe una escala muy completa, llamada Índice Frágil-VIG, una indice que valora fragilidad basado en la Valoración Geriátrica Integral, que contempla la parte orgánica, cognitiva, nutricional, social y emocional. Una escala de este estilo nos permite hacer un diagnóstico sin borrar las otras dimensiones de la persona,  viendola como un todo. A través del cáculo del Índice frágil-VIG podemos ubicar a la persona en una escala más precisa y, además, relacionar la fragilidad con supervivencia, funcionalidad y riesgo de mortalidad.

¿Cómo se aborda y se maneja?

Es muy importante entender que la fragilidad es reversible. A través de diversas intervenciones se puede evitar que avance a sarcopenia, incapacidad, dependencia e incluso muerte. Pero no tiene un tratamiento específico.

Desafortunadamente, muchos pacientes y sus familiares tienen expectativas irreales y buscan remedios mágicos, pero no quieren cambiar de hábitos o seguir un tratamiento. «¿Qué me tomo para el cansancio?», me preguntan, pero deben entender que el cansancio, por ejemplo, no tiene un tratamiento específico porque pueden ser mil cosas o puede ser nada.

No existe una pastilla antifragilidad.

Para abordarla hay que ver qué hay en torno a ésta: si hay dolor, hay que tratarlo; si hay enfermedades, hay que ver que estén controladas. También hay que cuidar la parte nutricional, con una dieta que esté adaptada a las necesidades de las personas.

Por ello, es muy importante acudir con el médico para una evaluación y que de este modo se puedan tomar medidas que reviertan la fragilidad.

¿Cuáles son algunos factores de riesgo o hábitos que conduzcan a fragilidad?

La mayoría de las personas que llegan con el geriatra ya traen una larga historia médica detrás. Hay una frase que me gusta mucho: El envejecimiento se construye. Así pues, debemos evitar la fragilidad desde que somos jóvenes. Todos sabemos cuáles son los malos hábitos: fumar, dormir mal, comer mal, no hacer ejercicio. La pregunta es si vamos a hacer algo al respecto.

¿Cuándo modificar hábitos? Ahora es el momento.

Ahora bien, si ya has vivido con estos malos hábitos por muchos años, siempre estás a tiempo de cambiarlos. Recordemos que la fragilidad se puede revertir.

Aunque no exista un tratamiento específico, ¿hay algo que podamos hacer para prevenir o reducirla?

El ejercicio en el adulto mayor es lo más cercano a un tratamiento de la fragilidad. No existe abordaje de la fragilidad que no incluya ejercicio.

Algunos estudios han evaluado hormonas como testosterona y estrógeno y se ha visto que hay menor incidencia de fragilidad, pero el uso de estas hormonas conlleva un mayor riesgo de cáncer.

Las recomendaciones masa comunes son:

  • Ejercicio: es lo principal para prevenir y revertir la fragilidad. Hay cuatro tipos de ejercicio (flexibilidad, equilibrio, cardio y fuerza). En el adulto mayor, la fuerza es sumamente importante pues previene la sarcopenia (pérdida de masa muscular).
  • Nutrición: la dieta debe individualizarse para cada persona según sus comorbilidades, gustos y posibilidades económicas. Sin embargo, es crucial incluir diferentes tipos de alimentos. Más que concentrarse en las porciones, hay fijarse en la variedad.
  • Vitamina D: es una buena recomendación pues se ha visto que reduce la fragilidad. Sin embargo, es recomendable tomar los niveles séricos y suplementar sólo cuando sea necesario. ¡Tampoco es bueno tomar vitaminas en exceso!
  • Reducción de la polifarmacia: es muy común que los adultos mayores tomen un exceso de medicinas. Puesto que los fármacos tienen interacciones entre sí y además tienen efectos secundarios, es importante evaluar el régimen de medicamentos de un paciente y reducirlo cuando sea posible.

¿Cómo puedo saber si mi ser querido está en riesgo de fragilidad?

La debilidad es un indicador de que existe un proceso de fragilidad. Si sientes que ya no puedes caminar lo que antes, o pararte de la silla, es posible que ya tengas algo de fragilidad. La pérdida de peso siempre es un síntoma de alarma y amerita una visita al médico.

Pero, ¡hay que tener ganas de envejecer bien! No necesitas esperar a que la fragilidad se presente para tomar medidas. Debemos tener una cultura de la prevención, acudir a un chequeo, y, en el caso de adultos mayores, acudir con el geriatra.

Educarnos en salud es lo más importante que podemos hacer para prevenir y, precisamente, evitar las consultas frecuentes y la hospitalización.

¡Construyan su envejecimiento!

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Agradecemos a la Dra. Montze su valioso tiempo y que haya compartido sus conocimientos con nosotros.

Fragilidad con la Dra. Montze Díaz
La Dra. Montze Díaz Lara es especialista en Geriatría (UAEMex) y tiene una alta especialidad en Medicina Paliativa y del Dolor (UNAM). Obtuvo su grado de Médico Cirujano en la Universidad la Salle. 

La Dra. Montze es experta en fragilidad y cuidados paliativos, además de que se caracteriza por su abordaje integral del paciente geriátrico, su calidad humana y su trato accesible y cálido.

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Escrito porPablo Medina

Pablo es un creador de contenido con un profundo interés por el cuidado y la atención de los adultos mayores. Ha sido capaz de generar contenido útil y accionable a partir de las entrevistas que realiza a geriatras y doctores de adultos mayores.

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